Julián Araujo supo desde temprana edad que quería ser un jugador de fútbol profesional. Era todo lo que ocupaba su mente y ahora, ese sueño se ha convertido en realidad.
El defensor de 21 años del LA Galaxy ha pasado parte de su tiempo fuera del fútbol, dedicándose a traer atención a los campesinos que trabajan en su ciudad, Lompoc, California.
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Araujo, quien juega como un defensor derecho en el LA Galaxy, nació en Estados Unidos pero está esperando la oportunidad de jugar para el seleccionado de México en la Copa Mundial de Catar 2022.
Le damos un repaso a cómo uno de los jóvenes jugadores más vistos en la Liga Mayor del Fútbol logró poner su nombre en el deporte:
FAMILIA DE CAMPESINOS
Araujo dice que siendo el hijo de un campesino le da una inmensa sensación de orgullo y la responsabilidad de hacer algo para la gente de la comunidad. Su padre, Jorge, trabajó en los campos de Lompoc, su primer trabajo cuando llegó a Estados Unidos.
Su madre, tías y tíos también trabajaron en los campos de California.
“Miré a mi padre levantarse muy temprano”, le dijo Araujo al podcast My New Favorite Futbolista. “Casi nunca veía a mi padre porque yo siempre estaba en práctica. Y cuando llegaba a casa, ya estaba durmiendo. Y si, era algo por lo que se levantaba, para alimentarnos, para alimentar a su familia, para asegurarse de que estábamos bien”.
Los campos de Lompoc se han convertido en una parte importante en la identidad de Julian.
He vivido alrededor de ellos toda mi vida”, dice. “Por eso quiero usar mi voz y mi plataforma para ayudar”.
EL BARÇA LLAMA
Araujo nació en Lompoc, una ciudad de unos 44,000 habitantes, unas dos horas al norte de Los Ángeles, el 13 de agosto del 2001, y es de ascendencia mexicana.
Fue a la Escuela Secundaria de Lompoc antes de dejar su casa para unirse a la residencia de la Academia del Barcelona en Casa Grande, Arizona, antes de los 16 años.
Araujo recibió una beca completa para el programa del Barcelona y aprovechó la oportunidad para comprometerse a jugar fútbol con el equipo de la Universidad de California en Santa Barbara a comienzos del otoño del 2018.
EN HONOR DE MICHAEL
La carrera futbolística de Arauco tuvo un golpe duro cuando estaba a punto de subirse a un avión a La Masía, la academia del Barcelona en España.
Recibió un mensaje de texto informándole de la repentina muerte de su amigo Michael Taylor.
Araujo, que tenía 16 años y era aún un adolescente, enfrentó la decisión más difícil de su vida: subir al avión o regresar a su casa para estar con los familiares de Michael.
Decidió subir al avión y seguir su carrera en honor a su mejor amigo.
Después de jugar al fútbol unos meses en la academia en España, Los Angeles Galaxy se interesó por Araujo.
La increíble trayectoria siguió cuando el joven de 17 años se convirtió en el jugador meas joven para representar a Estados Unidos en la final de la CONCACAF 2018 Sub-20 en Bradenton, Florida.
ESCALANDO EN EL LA GALAXY
Araujo se encuentra ahora en su cuarta temporada desde que se unió al equipo. Ha logrado siete asistencias en dos temporadas consecutivas, jugando en 24 partidos. Metió un gol y 11 asistencias en 70 partidos.
El joven de doble ciudadanía representó a Estados Unidos en el nivel de jóvenes. Y logró su debut como adulto en un amistoso contra El Salvador para luego cambiar de equipo en la CONCACAF hacia el eterno rival. Decidió representar a México en el equipo nacional.
Araujo jugó dos veces en el seleccionado de México, debutando contra Chile en un amistoso en diciembre del 2021 antes de su debut en un clasificatorio para el Mundial , en el banco de suplentes ante Panamá hace unos meses.
ARAUJO DEVUELVE A SU COMUNIDAD
La industria del campo sufrió un golpe durante la pandemia del COVID-19, así que Araujo decidió que tenía que hacer algo para ayudar a los campesinos de su ciudad, Lompoc.
En febrero del 2021 se unió a sus compañeros de LA Galaxy y los llevó a Lompoc donde se reunieron con miembros de la Fundación de la Unión de Campesinos y distribuyó más de $26,000 en asistencia.También donaron pelotas de fútbol y mochilas llenas de cosas como pasta de dientes, mascarillas y cosas que las familias necesitaban.
Fue un momento que trajo una gran alegría para su madre, Lupe.
“Siempre le enseñamos que para dar, no se necesita pensarlo mucho”, dijo. “Solo hay que hacerlo. Por qué? Porque es una sensación hermosa. Cuando sientes en ayudar a alguien, la satisfacción en saber que has hecho una pequeña diferencia, aún si se trata de una sola persona, eso es extremadamente gratificante. Mejor que un gol”.