WASHINGTON - La magistrada progresista de la Corte Suprema de Estados Unidos, Ruth Bader Ginsburg, fue dada de alta del hospital el viernes tras ser sometida el miércoles a un "procedimiento no quirúrgico", según informó la corte.
Se agregó que la jueza "está en casa y sintiéndose bien".
"Ginsburg se sometió a un procedimiento no quirúrgico mínimamente invasivo hoy en el Memorial Sloan Kettering Cancer Center de Nueva York para revisar el estent (prótesis intravascular) del conducto biliar que se le colocó en agosto de 2019", detalló el Alto Tribunal el miércoles.
"Según sus médicos, las revisiones de estent son comunes y el procedimiento, realizado con endoscopia y guía de imágenes médicas, se realizó para minimizar el riesgo de infecciones futuras", se agregó.
La jueza, de 87 años, la mayor de la corte, ya fue hospitalizada el pasado 14 de julio con fiebre y escalofríos en el Hospital Johns Hopkins de Baltimore, Maryland, para tratar una "posible infección" y se sometió a un procedimiento para limpiar el estent.
Tres días después, la jueza anunció que padece cáncer por cuarta vez, esta en el hígado, por lo que recibe quimioterapia dos veces a la semana, aunque volvió a asegurar que no planea jubilarse por el momento.
"A menudo he dicho que seguiré siendo un miembro de la corte siempre que pueda hacer este trabajo por completo. Sigo siendo completamente capaz de hacer eso", sostuvo en un comunicado.
En 2009 Ginsburg superó un cáncer de páncreas, en 2018 tuvieron que extirparle unos nódulos malignos de su pulmón, y en el verano de 2019 reapareció en el páncreas ese mal, aunque logró superarlo.
Designada por el expresidente Bill Clinton en 1993, Ginsburg es la jueza de más avanzada edad de los nueve que conforman la Corte Suprema, y en los últimos años ha tenido problemas de salud que han forzado varios ingresos hospitalarios.
Por su avanzada edad, la salud de la magistrada tiene en vilo al país, especialmente a las filas progresistas, que temen que si Ginsburg abandona el Supremo, su sustituto sea elegido por el presidente, Donald Trump, para ampliar la ya existente mayoría conservadora de la corte más importante del país.
El presidente y la magistrada han mantenido una difícil relación después de que Ginsburg lo calificara de "farsante" antes de las elecciones de 2016 a la Casa Blanca, un comentario del que tuvo que retractarse y que provocó que Trump pidiera su dimisión.