BOULDER, Colorado - Un hombre que mató a tiros a 10 personas en un supermercado no estaba loco cuando desató el terror en una ciudad universitaria de Colorado, sino que era un asesino calculador que sabía que lo que hacía estaba mal, afirmó un fiscal a los jurados el jueves en una declaración de apertura que fue rápidamente refutada por el abogado defensor.
El juicio de Ahmad Al Aliwi Alissa comenzó después de años de disputas legales sobre su estado mental el día del tiroteo de marzo de 2021 en Boulder y probablemente se centrará en si estaba legalmente cuerdo.
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El abogado de Alissa argumentó que su cliente, a quien se le ha diagnosticado esquizofrenia resistente al tratamiento, sufrió alucinaciones en las que escuchó voces que gritaban, veía gente que no estaba allí y creía que lo estaban siguiendo, en el período previo al tiroteo de 2021 en la tienda de comestibles King Soopers.
Alissa se declaró no culpable por demencia. Nadie, incluidos los abogados de Alissa, niega que él fuera el pistolero.
"No vamos a huir de eso. Pero si van a señalar con el dedo a este tipo, merecen escuchar la verdad sobre él. Este hombre, Ahmad Alissa, es un individuo enfermo", aseguró su abogado, Samuel Dunn, en su declaración de apertura.
Un fiscal argumentó que Alissa era capaz de distinguir el bien del mal y, por lo tanto, estaba cuerdo.
"Las víctimas fueron al azar, pero los asesinatos fueron absolutamente deliberados e intencionales", expresó el fiscal de distrito del condado de Boulder, Michael Dougherty, a los jurados.
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Vestido con una camisa blanca a rayas, Alissa se sentó junto a sus abogados en la corte, a veces girando su silla y volteándose para mirar una pantalla de video donde sus defensores presentaban evidencias y puntos clave de sus argumentos.
Los familiares de las víctimas llenaron filas en el lado opuesto de la corte, secándose los ojos a veces y consolándose unos a otros durante las presentaciones.
Alissa está acusado de 10 cargos de asesinato, 15 de intento de asesinato y otros delitos por el tiroteo en Boulder, aproximadamente a 30 millas al noroeste de Denver.
El motivo de Alissa, si es que lo tenía, no ha quedado claro y Dougherty no lo ha postulado. Argumentó que el acusado actuó con intención y con pleno conocimiento de su fechoría.
La mayoría de las personas a las que les dispararon dentro y fuera de la tienda murieron en poco más de un minuto. Alissa apuntaba a las personas que intentaban huir e hizo un esfuerzo especial para acabar con los heridos con disparos adicionales, señaló Dougherty.
"El atacante se preparó para matarlos, planeó matarlos y fue y ejecutó a 10 personas en King Soopers. Por eso están aquí", dijo Dougherty al jurado después de mostrar fotos de cada víctima y describir por qué cada una estaba en la tienda ese día.
Ninguno de los que recibió disparos sobrevivió. Después de disparar a ocho personas, Alissa merodeó por la tienda (en silencio, salvo por la música de fondo que seguía sonando en los altavoces) y luego vio y mató a Suzanne Fountain, de 59 años, cuando salía de un escondite en otro pasillo.
Su última víctima fue el oficial de policía de Boulder, Eric Talley, padre de siete hijos y uno de los tres primeros uniformados que entraron en la tienda.
Alissa se entregó a otros policías que llegaron, se desnudó voluntariamente hasta quedar en ropa interior y cumplió sus instrucciones mientras se acercaban y lo esposaban.
"No hay alucinaciones, ni delirios, ni confusión", afirmó Dougherty sobre el comportamiento de Alissa.
El abogado del acusado describió una serie de alucinaciones, delirios y aislamiento social que, según los familiares, Alissa experimentó antes del tiroteo y que los psiquiatras verificaron más adelante.
La esquizofrenia era tan grave que tardó años en acudir a terapeutas, y sólo después le dieron un medicamento, la clozapina, que Dunn señaló que se utiliza sólo cuando otros tratamientos no funcionan.
Antes del tiroteo, Alissa no había recibido tratamiento porque pertenecía a una familia de inmigrantes sirios cuyo padre creía que la culpa era de la posesión de un espíritu maligno, indicó Dunn.
"Quiero que imaginen que entre sus oídos, donde no tienen refugio ni alivio, no pueden identificar la fuente: solo escuchan gritos y alaridos. Eso es lo que se transmitía en la mente de Ahmad Alissa", señaló el abogado.
Una vez, el padre de Alissa se despertó a las 3:00 a.m. y su hijo, que también estaba despierto, le preguntó si había visto a un hombre en el baño. El padre miró y no había nadie, afirmó el letrado.
Dunn describió a familiares que testificaron que Alissa estaba emocionalmente retraído y hablaba solo cuando le hablaban antes del tiroteo.
"La ley dice que puedes tener intención y estar loco. Pero lo que la ley no permite es ignorar la evidencia clara y evidente de que alguien tiene una enfermedad mental grave y crónica y decir que esa persona está cuerda, que es capaz de distinguir el bien del mal", agregó Dunn.
Le dijo a los jurados que usaran el "sentido común, aplicaran la ley" y declararan que Alissa estaba loco.
Si tiene éxito, la declaración de no culpabilidad por demencia de Alissa podría permitirle evitar la prisión y, en su lugar, ser internado indefinidamente en el hospital psiquiátrico estatal.
Un evaluador de salud mental testificó durante una audiencia de competencia en 2022 que Alissa dijo que compró armas de fuego para llevar a cabo un tiroteo masivo y sugirió que quería que la policía lo matara.
La defensa argumentó en un expediente judicial que sus familiares dijeron que el acusado creía irracionalmente que el FBI lo estaba siguiendo y que hablaba consigo mismo como si estuviera hablando con alguien que no estaba allí.
