La icónica catedral de Notre Dame de Francia reabrió formalmente sus puertas el sábado por primera vez desde que un devastador incendio destruyó casi por completo el emblemático monumento de 861 años en 2019.
La restauración, un logro espectacular en solo cinco años para una estructura que tardó casi dos siglos en construirse, se ve como un momento de triunfo para el presidente francés, Emmanuel Macron, quien defendió el ambicioso cronograma, y un esperado respiro de sus problemas políticos internos.
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Bajo el luminoso vitral, muchos líderes mundiales, dignatarios y fieles se reunieron para conmemorar la ocasión, un raro momento de unidad frente a un telón de fondo de divisiones y conflictos globales.
El presidente electo de Estados Unidos, Donald Trump, la primera dama actual, Jill Biden, y el príncipe Guillermo de Inglaterra, junto con docenas de personalidades estatales y gubernamentales — 1,500 invitados en total — asistieron a la celebración de la reapertura bajo los elevados arcos góticos de Notre Dame, presidida por el arzobispo Laurent Ulrich.
UN SIGNO DE ESPERANZA
El rector de Notre Dame, el sacerdote Olivier Ribadeau Dumas, dice que la catedral es “más que un monumento francés” y un apreciado tesoro del patrimonio cultural mundial.
“La catedral es un magnífico símbolo de unidad”, indicó el rector. “Un signo de esperanza, porque lo que parecía imposible se ha hecho posible”.
Los actos del sábado combinaron la solemne tradición religiosa con la grandeza cultural y arrancaron con Ulrich reabriendo simbólicamente las grandes puertas de madera de Notre Dame.
Golpeándolas tres veces con un bastón fabricado con madera carbonizada rescatada del techo arrasado por el fuego, declaró la catedral abierta al culto una vez más.
Rituales solemnes
Salmos, oraciones e himnos llenaron el espacio cavernoso mientras el atronador órgano de la catedral, silenciado desde el incendio, vuelve a sonar. El instrumento de 8,000 tubos, meticulosamente restaurado y limpiado del polvo tóxico de plomo, respondió a la invocación del arzobispo, con cuatro organistas que interpretaron un improvisado juego de melodías.
Más tarde, un concierto repleto de estrellas tomó el escenario dentro de la catedral y rindió homenaje a su resurrección y a quienes trabajaron para restaurarla, ofreciendo un mensaje universal de armonía. El pianista Lang Lang, el violonchelista Yo-Yo Ma y la soprano Pretty Yende estuvieron entre los artistas de fama mundial que se presentaron.
El domingo, Ulrich presidirá la misa inaugural y consagrará el nuevo altar de la catedral, diseñado por el artista contemporáneo Guillaume Bardet para reemplazar el que quedó aplastado bajo la aguja en llamas durante el incendio.
Casi 170 obispos de Francia y del extranjero asistirán, junto con sacerdotes de todas las 113 parroquias de la diócesis de París.
Unidad en tiempos de desafíos globales
La reapertura de Notre Dame coincide con un momento de profunda agitación global, con guerras en curso en Ucrania y Oriente Medio.
Para los católicos, el rector de Notre Dame dijo que la catedral “es portadora de la presencia envolvente de la Virgen María, una presencia maternal y abrazadora”.
“Es un magnífico símbolo de unidad, un signo de esperanza”, indicó Dumas.
El abanico de mandatarios llegados a París desde África, Oriente Medio o Estados Unidos subraya la importancia de la catedral como símbolo de patrimonio compartido y de paz.
Los problemas políticos de Macron
Se espera que la celebración brinde un impulso muy necesario al asediado Macron, cuyo primer ministro renunció esta semana, sumiendo la escena política nacional en una mayor confusión.
El presidente, que calificó la reapertura de Notre Dame como “un impulso de esperanza”, esperaba que la ocasión silenciara brevemente a sus críticos y mostrara la unidad y la resiliencia de Francia bajo su liderazgo.
El ambicioso calendario para la restauración de cinco años, anunciado un día después del incendio de 2019, parecía improbable para muchos.
La presidencia de Macron enfrenta su crisis más grave tras del colapso del gobierno esta semana luego de una histórica moción de censura que desbancó al primer ministro Michel Barnier.
La votación se produjo tras meses de estancamiento político luego de unas elecciones anticipadas. Las fuerzas de la oposición piden cada vez con más fuerza la dimisión de Macron. Pero el mandatario prometió en un discurso a la nación el jueves que seguirá en el cargo hasta el final de su mandato en 2027, e indicó que nombrará a un nuevo primer ministro en los próximos días.
Mientras Francia enfrenta problemas económicos y una creciente agitación social, la celebración del renacimiento de Notre Dame supone un marcado contraste con la crisis.